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viernes, 21 de octubre de 2011

Dejad a Marta la esperanza

   Un 20 de octubre de 2011, a través de diversos medios de comunicación, y durante el proceso del juicio sobre Marta del Castillo, aparece una noticia más: “La Audiencia ha confirmado la sentencia dictada en marzo por un Juzgado de Menores y absuelve definitivamente a El Cuco de los delitos de agresión sexual y asesinato, pero le condena a dos años y once meses de internamiento a dos años y once meses de internamiento como encubridor del crimen cometido por Carcaño”… y después se añade: El tribunal ha impuesto también al menor y sus padres una indemnización de 414.910 euros a las administraciones que participaron en las tareas de búsqueda del cuerpo de la joven en el río Guadalquivir y en un vertedero de basuras”

   En un suceso tan mediático como el de Marta del Castillo, donde las noticias de impacto se suceden vertiginosamente, esta noticia sería una más, pero no pude evitar ver en la decisión tomada por la justicia en ese día concreto un último intento de conseguir encontrar el cuerpo de Marta.

   Durante la semana 42 del mes de octubre de 2011 los principales encausados en el homicidio (como dicen por aquí) de Marta han ido contando sus historias sin querer aceptar que ninguno conoce dónde dejaron el cuerpo. En este país, de justicia extraña, en que resulta incomprensible entender que todo un aparato de estado sea incapaz de conseguir (dentro de la legalidad, como no) que cuatro niñatos confiesen algo que saben y que aliviaría, en parte, ese inmenso dolor causado a unos padres, sólo el tema del dinero consigue mover conciencias.


   Como menor que es, el apodado El Cuco, sus padres serán responsables, a lo largo de sus vidas, de abonar esos 414.910 euros y, aunque sean insolventes, esa espada de Damocles les perseguirá, junto al recuerdo mediático de ser los desafortunados padres de quien son.  Ese tal Cuco debe declarar en breve  y la última esperanza es que, como ya no tiene nada que perder, después de haberle tocados el bolsillo a sus padres de por vida, éstos le convenzan para que confiese donde está el cuerpo de Marta. Sería un gesto de humanidad de alguien que parece la perdió hace mucho.