Parece ser que nuestra Selección Nacional de Futbol se mueve últimamente algo renqueante por esos campos del Señor.
Dos elementos convergen para explicar las dificultades que encuentran nuestros bravos gladiadores para conseguir la victoria.
Uno de ellos es que, una vez conseguido el Mundial, el máximo, el no va más, la ambición queda un tanto relegada y los posibles egos emocionales y económicos se relajan en detrimento del necesario esfuerzo físico y emocional tan necesario en los vencedores, por lo que todo el colectivo va menguando ante los posibles retos.
El otro elemento es totalmente decisivo. Resulta increíble que una selección de futbol, o sea, un grupo de mocetones jóvenes y fuertes que se dedican a aporrear un balón con los pies, sea dirigida por todo un Marques (sí, un noble). Es una de esas cosas que sólo pasan en este país, este que llamamos España.
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