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domingo, 4 de septiembre de 2011

La insoportable levedad de la Constitución

   Asisto entre sorprendido e indignado al triste espectáculo de barraca de feria que nos ofrecen los máximos representantes políticos del país, en torno a la reforma de la Constitución.    

   Como vulgares mercaderes, todos los representantes de los grupos parlamentarios, piden, ofrecen, exigen su parte de tajada del pastel constitucional.

   Resulta patética la penosa imagen que ofrecen en torno a un texto que en una Democracia debería ser sagrado y como tal respetado, pero lo que resulta el súmmum de la osadía y el cinismo más vulgar es pretender retocar la Magna Carta sin preguntar a todos los españoles, mediante referéndum, qué opinamos de dichos cambios y si estamos o no de acuerdo.

   Que dos representantes políticos, que fueron elegidos para gestionar el país, se otorguen el poder de cambiar el marco en que ha de moverse España resulta no sólo bochornoso, sino tan patético como vergonzoso.