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sábado, 19 de febrero de 2011

Los hosteleros naufragan ante la ley antitabaco

   En Diciembre de 2010 el Gobierno aprobó una ley para adoptar medidas frente al tabaquismo y un tema de tal complejidad da para más de un motivo de reflexión (y de ideas)

   Los componentes implicados en la cuestión se pueden diferenciar en tres grupos.
   Están por un lado los responsables sanitarios, que parecen los únicos buenos y honestos al pretender que las personas lleven una vida más sana y dan su opinión tratando de ejercer una presión comedida para que se tomen medidas adecuadas al respecto.
   Por otro lado están los políticos, ese grupúsculo humano, que ya va camino de convertirse en casta, y que son los que toman las decisiones, imponen leyes y se encargan de ejecutarlas. El paso del tiempo termina conllevando cada vez más oscurantismo en las intenciones de esas leyes que saca adelante, como ésta respecto al tabaco, ya que lo prohíben de cara a la galería social pero mantienen hipócritamente el negocio con su venta, para llenar arcas y quizás algún bolsillo.
   Está por último la gente de a pie, los que no fuman, los que sí fuman y los que se ganan la vida atendiendo en sus locales tanto a unos como a otros.

   Es evidente que al implantar esta ley el Gobierno no ha tenido en cuenta los intereses de los empresarios de la hostelería, ni la libertad que cada uno debe tener para llevar su negocio de la manera más rentable.
   Cualquiera puede asumir que fumar es malo, nocivo y que puede adelantar la muerte, pero ello no es óbice para que libremente cada uno decida y sobre todo cuando se cuenta con la colaboración de este Gobierno que es quien suministra la droga a precio de oro.
   El Gobierno ni ha tenido en cuenta ni le ha preocupado que quizás la mejor clientela de los bares sea precisamente gente fumadora, que sean ellos son los que más frecuenten esos locales y también sea mayor el ingreso que generan con sus consumiciones. Ahora todo aquel que deseaba un ambiente sin humo podrá acceder libremente a cualquier local, eso sí, con la misma frecuencia con la que lo hacía, sea varias veces al día o una vez a la semana, y en ese ambiente impoluto la/el mamá/papá, con el nene, podrá ocupar una mesa para que éste haga los deberes y pasar la tarde con un cortado, hasta que el vástago de turno concluya sus tareas.
   No cabe duda que, aunque el ejemplo sea criticable y posiblemente no válido, los hosteleros saben el tipo de clientela que prefieren. Como el estigma asocia tabaco y vicio, el cliente, para el negocio del bar, es mejor que sea lo más vicioso posible, ya que así, además de fumar, beberá bebidas más rentables, para la caja del bar, que un cortado y hasta echará unos euros en la maquinita de turno.
   Todo ello hace que entienda que los propietarios de bares se rebelen contra la normativa antitabaco, lo que no entiendo es cómo algunos han podido actuar con tanta torpeza, ya que hay algo que nunca se debe hacer y es desafiar la ley, hay que seguirle el juego y actuar con inteligencia.
   Por lo que he podido resumir de las leyes de 2005 y de la nueva de 2010 la referencia a la responsabilidad de los dueños de locales y se limita a:

Ley de 2005:

   Artículo 21. Personas responsables.

   2. En el caso de las infracciones tipificadas en el artículo 19.2.b, d  y 19.3.a serán responsables los titulares de los establecimientos en los que se cometa la infracción.

   5. En el caso del artículo 19 en los apartados 3.b, responderá el titular del local, centro o establecimiento en el que se cometa la infracción o, en su defecto, el empleado de aquel que estuviese a cargo del establecimiento o centro en el momento de cometerse la infracción.

   Artículo 19. Infracciones.

   2. Se considerarán infracciones leves:
   b   No disponer o no exponer en lugar visible en los establecimientos en los que esté autorizada la venta de productos del tabaco los carteles que informen de la prohibición de venta de tabaco a los menores de dieciocho años y adviertan sobre los perjuicios para la salud derivados del uso del tabaco.
   d   No informar en la entrada de los establecimientos de la prohibición de fumar o no cumplir el resto de obligaciones formales a que se refiere esta Ley.

   3. Se considerarán infracciones graves:
   a   Habilitar zonas para fumar en establecimientos y lugares donde no esté permitida su habilitación.
   b   Permitir fumar en los lugares en los que existe prohibición de hacerlo.
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Ley de 2010 (que matiza):

Trece. La letra d) del número 2 del artículo 19 queda redactada del siguiente modo:
   «d) No informar en la entrada de los establecimientos de la prohibición de fumar o no cumplir el resto de obligaciones formales a que se refiere esta Ley.»


Quince. Se modifican las letras a) y b) del número 3 del artículo 19, que quedan redactadas del siguiente modo:
«a) Habilitar zonas para fumar en establecimientos y lugares donde no esté permitida su habilitación.
b) Permitir fumar en los lugares en los que existe prohibición de hacerlo.»
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   El apartado de “Habilitar zonas para fumar en establecimientos y lugares donde no esté permitida su habilitación”, se soluciona poniendo el letrerito que indique la prohibición de fumar.
   
   Resulta más conflictivo. “Permitir fumar en los lugares en los que existe prohibición de hacerlo.” por lo que aquí está el quid de la cuestión.

   La ley indica que el propietario no debe permitir fumar en su local, pero no dice cómo puede o debe evitarlo, por lo que hay ahí un coladero a través del cual los hosteleros podrían presionar al Gobierno hasta volver la situación insostenible.
   Como la única fuerza que puede aplicar el propietario es la informativa (la única que le da la ley), ya que cualquier otra, como la fuerza bruta, pondría en peligro su integridad, la física y la legal, ante cualquier conflicto debería avisar a las fuerzas de seguridad.
   Aquel hostelero que ve peligrar su negocio porque los ingresos han disminuido en demasía, al perder a sus mejores clientes fumadores, ha de limitarse a cumplir la ley.
   Pone su letrerito y guiña el ojo a sus clientes. Estos empiezan a fumar en el local y él verbalmente les advierte de que está prohibido hacerlo, a lo que ellos hacen caso omiso, entonces el ciudadano hostelero les dice que avisará a las fuerzas de seguridad y sus clientes le dicen que vale; éste llama a la policía y cuando llega (si llega) ya no debe quedar nadie fumando en el local, así hasta que la policía desaparezca (si es que ha venido) y vuelta a empezar.

   Sería interesante averiguar cómo esa ley podría soportar un constante alud de llamadas a las fuerzas del orden, para que sean ella las encargadas de que la ley se cumpla. Si en algún caso un inspector de sanidad entra en un local y ve a la gente fumando el propietario o responsable le puede decir:
   “Yo ya les he dicho que está prohibido fumar, pero no me hacen caso. Acabo de llamar a la policía. ¿No querrá el Gobierno que me líe a hostias para hacer cumplir la ley, o sí?”

   Ante cualquier duda o recelo sugiero que sea la Pajín quien ponga orden, ya que ella y caos son lo mismo.

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