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lunes, 4 de julio de 2011

La obscena legalidad

   A veces ocurre que el presunto delincuente se mueve dentro de la legalidad y el ciudadano honesto bordea la ilegalidad. El presidente de la SGAE, Teddy Bautista, parece ser que tiene unos emolumentos anuales de 323.000 euros y cobrará, cuando se jubile, una pensión de más de 24.500 euros, todo ello con la bendición de quien en este país hace estas leyes y las aplica sin sonrojo. El trabajo de este señor, para percibir tamaño emolumento, consiste en algún que otro despropósito, como vigilar que todo aquel que compre un CD, para guardar las fotos del veraneo, pague un canon que contribuya a asegurar esa suculenta pensión, así como a colar en los bautizos algún fisgón que anote las canciones que pone el camarero de turno para distraer a los comensales.
  
   En este país de contrastes se bendice que una sociedad, cuya materia prima son las propiedades intelectuales, pague a sus directivos semejantes sueldos, que algunos no consideran suficientes ya que han sido detenidos por “codicia delictiva”, mientras cualquier adolescente tiene que emplear su paga semanal (a veces mensual) para comprar el CD de su cantante favorito en la gran superficie que corresponda.