De momento los efectos ofrecidos por los moradores de la caverna no
dejan de llegar a la ironia en los más atinados y al más penoso de los ridículos
en la mayoría, ya que pertenecen a una especie torpe, de miras limitadas
intelectualmente y chamuscada, en cuando a ideas y progreso.
Ahora algunos quieren desempeñar el papel de jueces y salen impunemente
a la luz para dejar escapar sus peroratas, poniendo orden y justicia, allí
donde pretenden que, antes de su llegada, había sólo nada o caos.
Estos elementos sombríos, que pululan por las cloacas de la libertad,
son hasta ahora además de ingenuos, ridículos, y es sólo su llamativa apariencia
dogmática lo que suele llamar la atención de aquellos que vivimos en la luz,
hastiados de haber soportado las sombras.
Lo grotesco de su comportamiento no impide una mínima, aunque chillona,
cohorte de fanatizados, de moral indolente e intelectualidad anodina que
pululan por los alrededores de los medios que, como modernos que son, utilizan
para extender su inmundicia.Como jueces que pretenden ser, al margen de una legalidad impuesta, no sólo por una mayoría democrática sino por el más elemental sentido común, tan sólo les deseo que esa justicia que ahora niegan llegue el momento en que necesiten suplicarla.