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martes, 28 de diciembre de 2010

"Sinde" es lo que es y no lo que parece

   Ante las dudas que me han llegado sobre el título de la primera entrada, desearía aclarar que dicho título "Sinde" no lleva más intención que la de plasmar, como desencadenante de lo escrito, uno de los apellidos de la actual ministra de Cultura. La posible asociación de dicho apellido con el principio (como espíritu de la ley que aletea por su mente), o como principio de la frase que a ella le gustaría convertir en popular: "Sindescargas"...  debo afirmar que por mi parte ha sido pura casualidad/coincidencia, ya que no he pretendido jugar con tan noble apellido, en la causa y en el desenlace de la gestión de la entrada al respecto, cuando he realizado mi comentario.
   Una vez aclarado, queda en mí un poso de tranquilidad, hasta que la susodicha vuelva a desmelenarse para hacer otra de las suyas y yo me vea obligado a estar vigilante.

miércoles, 22 de diciembre de 2010

Sinde

   Ha querido defender una ley, desde el ministerio de Cultura, con la palabra. A ella le va más la escritura (aunque no he podido decidir si lo hace bien o mal) y lo de la palabra, defendiendo leyes, no es lo suyo y así le ha ido. Debería irse, acompañando a esa palabra que ha rebotado en todos esos oídos sordos que la han ignorado, pero ¿quién deja la teta que le amamanta en tiempos de tanta voracidad?
Las listillas desde luego que no, pues se quedan para proponer leyes absurdas en la forma, con lo poco de lógico en el fondo.
   La propiedad intelectual que deambula por la RED no se vulnera, porque no se vulnera aquello que tiene un precio y aquí, en este país de nuestras miserias, nada es gratis. Los usuarios que acceden a la RED pagan su buen dinerito, a pesar de lo que la ministra difunde. El simple hecho de acceder a la RED ya le cuesta a la mayoría una pasta, que no es gansa; sobre el 10% del salario mínimo interprofesional cada mes. Alguien se lleva todo ese dinero y estoy deseoso de contemplar como la señora Sinde deja de mirar a otro lado y decide llamar injusticia al hecho de que a los españolitos de a pie, esa parte moderna de la cultura, les cueste tanto.
   La ministra se pone al lado de ese capitalista grupo oscurantista conocido como “SGAE” y como representante de esta difusa cultura nuestra, en que todo cabe, no le hace ascos a colocar a parte de la sociedad la etiqueta de presuntos delincuentes, ya que para complacer a esos insaciables recaudadores de dinero en bodas y bautizos, acusa a quien compre un DVD de utilizarlo para hacer copias e, implícitamente, nos hace pagar el canon correspondiente por el delito que vamos a cometer. Ante tamaña altura de miras y de cinismo ¿quién le va a aprobar una ley a semejante ministra?
   España es así, un país de pillos y de listillos. También de alguna despistada.